México es el segundo país con mayor estrés hídrico en Latinoamérica, solo después de Chile, de acuerdo con información del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), y es en este contexto que hay quienes están generando propuestas basadas en tecnología e Inteligencia Artificial para optimizar el uso del agua en sectores como la agricultura. El 76% del agua en México se destina a esta industria, según datos del Inegi, mientras que a nivel global se utiliza 70% del agua en este sector. Señalan especialistas que la IA puede ayudar a los gobiernos y a los trabajadores del campo a poner en acción herramientas digitales que detecten patrones para contribuir con su entendimiento y así optimizar los tiempos y dinámicas de riego.
En Guadalajara, por ejemplo, la empresa de tecnología climática, Kilimo, implementó una solución de IA para la gestión de riego que incluye una plataforma digital, en el que se combinan datos climáticos, satelitales, del suelo y, a través de IA, aporta recomendaciones de riego, acompañando al agricultor en todo el ciclo productivo. La herramienta se nutre de datos generados por los mismos agricultores participantes y se complementaron con el trabajo de Nuup, otra empresa que se relaciona de forma más directa con los productores para establecer estrategias por medio de asesorías técnicas. En dichas sesiones, explica Esther Camacho, directora del programa Regenera Bajío en Nuup, se tratan temas referentes a la nivelación de terrenos y el monitoreo detallado de los cultivos, con la finalidad de hacer una trazabilidad pormenorizada de las intervenciones, además de tener certeza de los impactos que pueden obtener. Ana Paula Gamboa, especialista en la industria tecnológica de Intel, resalta que este tipo de aplicaciones demuestran el impacto responsable y ético de la tecnología cuando se dirige a iniciativas de sustentabilidad en poblaciones que no necesariamente tienen un acercamiento tan profundo con las herramientas digitales.
Colaboración y tecnología, la forma de enfrentar la crisis hídrica Paola Flores, gerente de adaptación climática para México en Kilimo, puntualiza que para generar un impacto mucho más grande es necesario llevar a cabo acciones colectivas, algo en lo que concuerda Camacho, pues las alianzas en este tipo de temas generan innovación que suman para escalar los esfuerzos frente al cambio climático. El proyecto que iniciaron estas empresas se ha llevado a cabo en la Cuenca de Lerma, la principal fuente de agua para la zona metropolitana de Guadalajara, donde se contó con la inversión de Intel, una tecnológica que tiene un Centro de Diseño en este estado. De hecho, esta inversión fue representativa para la empresa, ya que le permitió convertirse en el segundo país de Latinoamérica en el que logró el estándar de Agua Neta Positiva, es decir, que devuelve al medio ambiente más agua dulce de la que utiliza en sus operaciones en el país. Según las cifras resultantes del proyecto, entre noviembre de 2022 y septiembre de 2023 superó su objetivo al restaurar 73 millones de galones de agua por año, más del doble de la meta inicial de 35 millones.
El cambio climático es un reto para las medidas que lo combaten A pesar de los esfuerzos y la incorporación de la tecnología en los procesos de cultivo, Flores problematiza que el cambio climático también está generando nuevos entornos que hacen cambiar los patrones de riego aun cuando se basan en datos históricos. “Nosotros sacamos una línea base con los productores y de ahí partimos para saber cómo están regando y cómo intervienen en sus unidades de riego y sus parcelas dependiendo del tipo de cultivo”, explica Flores. Camacho acepta que si bien el cambio climático afecta en forma de lluvias más fuertes o sequías más prolongadas, es relevante mantener una relación más estrecha con los agricultores para conocer los problemas que tienen y adaptar la tecnología con base en sus necesidades.
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