La extraña tendencia del orbiting- nacida en el boom de las redes sociales- puede provocar ansiedad, depresión y confusión en quienes la sufren.
Cada vez son más extrañas las maneras en que el ser humano se comporta en una relación sentimental, llegando a cometer actos inexplicables a la vez que crueles. Los expertos en relaciones de pareja han acuñado desde hace tiempo un nuevo término para explicar el comportamiento de algunos, el orbiting, o lo que es lo mismo: desaparecer de la vida de alguien pero dejando rastros de vida en sus redes sociales. ¿Te ha pasado? ¿Lo has hecho?
Consiste en que una persona corta toda comunicación, pero de todos formas sigue las cuentas de aquella otra con la que dejó de mantener contacto e incluso le habla o responde sus mensajes, retuitea sus publicaciones o agrega reacciones en sus fotografías.
“el orbiting consiste en merodear por las redes sociales de una persona con la que, en principio, no queremos tener relación”. Es decir, se trata de personas que se relacionan con nuestras redes, pero no con nosotros.
sexóloga Ana Lombardía
¿Por qué hay orbiters y cuáles son las consecuencias para sus víctimas?
Un orbiter podría estar sufriendo de FOMO (fear of missing out), el miedo de estarse perdiendo acontecimientos aunque éstos no impacten directamente en su vida. Ignoran o pretenden ignorar el daño que están causando a la persona a la que están orbitando, pues someten a ésta a un caos emocional al hacerlas sentir menospreciadas, ignoradas y confundidas.
“¿Cómo es que me dejó pero al mismo tiempo sigue al pendiente de mi vida e incluso dejando mensajes?”, pueden preguntarse las víctimas de orbiting desencadenando en ellas sentimientos de culpa, inferioridad, inseguridad e incluso depresión. Una víctima de orbiting puede llegar a sentir una creciente obsesión al estar esperando que su acosador deje un mensaje o comentario en sus historias o que por fin se decida a llamar para reanudar la relación.
¿Son culpables las redes o las personas?
“Las redes sociales se han convertido prácticamente en un medio de comunicación, pero con una base muy superficial y que permite que tener este tipo de comportamientos sea más sencillo que en un encuentro en persona”, analiza Sonia García. No obstante, antes teníamos que lidiar cara a cara con esa persona, y existía el temor de reencontrarla, ya que era común conocerse en un entorno conocido, y no en una red abierta a muchas posibilidades. Pero ahora “es fácil desaparecer o hacer este tipo de crueldad psicológica como lo es el orbiting, cuando no tienes a la otra persona físicamente al lado”, insiste García. “No se empatiza igual y no se conecta de la misma manera con sus emociones porque directamente no se le está viendo la cara”.